Todo un año de vivencias, de ilusiones, de trabajo, de esfuerzo, de lágrimas, de sonrisas,... todo un año de recompensas. Recompensas, como son la amistad, el hermanamiento, el cariño que se les llega a coger a tantas y tantas personas, por el mero echo de querer a los mismos Titulares, Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia, y a Nuestra Reina de la Paz.
Te paras a pensar en todos esos momentos, que hemos vivido en la casa de Hermandad, de esas risas compartidas, de ese esfuerzo, de esa unión con gente que al principio ni nos sonaba su cara, pero que ya a estas alturas hemos conocido.
Todos estos sentimientos, se agolpan y se hacen más latentes cuando ya pasando las agujas del reloj las 00:00 de la noche, comenzando un Miércoles Santo más, pero diferente a todos los demás, poniendo flores, repasando todos los detalles, que no falte nada, que todo este listo y que Ellos estén radiantes, que se los podamos presentar a Córdoba como, solamente Ellos se merecen, RADIANTES.
Con el trabajo, ya casi concluido, afloran más que nunca el cansancio, de tantas horas de trabajo, de tantos días organizando, se erizan los pelos, de verLos allí esperando, a que sus herman@s los paseemos por las calles de nuestra ciudad.
Nos despedimos a altas horas de la madrugada y Los dejamos descansar, y nosotros aunque cansados, la radiante sonrisa, nerviosa, que desprende nuestra cara, nadie no las puede borrar.
Amanece en Capuchinos, y la vida en la Plaza comienza diferente a todos los días del resto del año, es Miércoles Santo, un día grande, muy grande para tod@s los herman@s y devot@s, de Nuestros Titulares. Tenemos la misa de Hermandad, preparatoria para la Salida. Y de nuevo a verLos, allí están Pacientes, tranquilos, esperando a que lleguemos en masa a rezarLes, pedirLes, llorarLes,... amarLos.
Para much@s, este año era más especial aún, ya sea porque era su primera salida, porque compartían la estación de penitencia con sus nuev@s amig@s del Grupo Joven, de la Priostía,.... en mi caso en particular, mi primera vez en poder portar sobre mi, el paso sobre el que pasea Humildad y Paciencia. Por fin, cumplía un anhelo de muchos años, que por culpa de la distancia no podía realizar. Dejaba un puesto, muy querido, pero, muy sufrido por mi, ser acólito de Nuestro Señor, y convertirme en sus pies, y Él, más que nunca, en mi guía.
La hora de comer, y en el estómago un nudo, de nervios, que te lo impide, que te hace que no tengas hambre, y que se acrecenta conforme se va acercando la hora, esa mágica hora en la que se nos abren las puertas de Capuchinos, que se abren las puertas de Córdoba para acogerlos, y la del corazón de mucha gente que los espera,...
Momento mágico que se nos hace cortísimo, y sabemos que de nuevo llega la espera, la espera de un año, que comenzamos con tristeza, por dejar a Nuestros Titulares de nuevo en Su casa, pero que acogemos a la vez con ilusión, por ese año que nos espera lleno de ilusiones, de compañerismo, con ganas de que Nuestra Familia aumente, de que se acerquen cada día más hermanos y devotos a compartir con nosotros el trabajo, los proyectos, el día a día. De poder acogerlos en el seno del Grupo Joven, o de la Hermandad en sí, que aprendan a compartir con nosotros ese cariño tan grande que sentimos por Ellos.
Sin más, hasta aquí mis particulares vivencias, y esperando que os animéis a compartir con nosotros las vuestras, que os animéis a dar ese pequeño paso, y que os acerquéis a compartir junto a nosotros el día a día de Nuestra Hermandad, ya que ésta es de todos, y por todos ha de ser disfrutada.
Sin más un fuerte abrazo y esperamos poder compartir con vosotros todos estos momentos, y otros más.
Paz y Bien, herman@s