...Que la maternal mirada de la Reina de Capuchinos te dé la luz en aquellas tinieblas por las que ahora viajas para encontrarte en el cielo con el dulce abrazo de tu bendita esposa, que la Soledad serena del Viernes Santo te reconforte allá en los cielos, sabiendo que aquí, en la tierra, la soledad del alma es mas fría que el infinito poder de la zancada del Señor de Sevilla.
Que el beso eterno del Nazareno de San Lorenzo se dé en tu frente cada mañana para que puedas sonreir como lo hace la Reina de Santa Marina, que la sangre que mana del costado del Señor de la Caridad calme tu sed, que la fe del Dios de poniente te de la esperanza de un nuevo encuentro con tus niñas que tanto te socorrieron, tanto que la Reina de la Plaza tuvo celos del Socorro de sus manos, y que la Señora de Córdoba te guarde en su regazo materno para la eternidad de los siglos...
Fue una tarde larga en la que tus hijos y tus nietos no se separaron de ti ni un instante, abuelo, me miraste y me lo dijiste antes de que todo pasara tu sabias que te ibas y me decias con tu mirada, porque ya las palabras no salían de tu boca, que te ayudara, me pediste socorro en ese tu último aliento y estuve a tu lado, de tu mano hasta que mi medalla dejó de estar en tu cuello para estar en tus manos y con el llanto, te marchaste dejando este mundo con una vida llena de sacrificio y de trabajo por nosotros...
Abuelo ya nunca mas podré traerte almendras dulces de la feria, ni podré darte esos besitos de gominola que a nosotros tanto nos gustaban, ya no estarás más sentado en tu sofá y ya no te veremos nunca jamás hasta que podamos unirnos contigo en el cielo...Adiós abuelo, mejor dicho, hasta pronto, ya nos veremos y me enseñaras lo bien que se vive en el cielo...
Te quiero mucho...