27 febrero 2010
Hosanna en el cielo, por Carlos Lara
Por San Juan de Letrán caminaba tranquilamente cuando escuché murmullo en la lejanía, pero no un murmullo cualquiera. Veía cómo la gente bajaba exultante la calle abajo, como si fueran para San Lorenzo. La curiosidad me picó y no pude resistir asomarme a la esquina para ver qué era lo que ocurría que tenía al pueblo de tal manera.
Me asomé y entonces fue cuando lo vi. Entre palmas y vítores se recortaba una silueta, alguien se aproximaba a lomos de un asno. Sí... era Él. El Señor. Caminaba por sendero de algarabía y fiesta el Señor, humilde por fuera pero majestuoso por dentro.
- "Bendito el que viene en nombre del Señor" "¡Hosanna!", gritaba la gente a su paso mientras Él seguía su transitar por El Realejo arriba.
No podía dar crédito a lo que mis ojos estaban viendo: tenía delante al Mesías. A Jesús. Al Rey de Reyes. Un hombre de tez morena y apariencia pobre tiraba del correaje del pollino abriendo camino ante la muchedumbre que se agolpaba para ver y sentir de cerca al Cordero de Dios. Escuché de una mujer decir que tal hombre se llamaba Juan y era fiel acompañante y amigo de Jesús.
La incensante muchedumbre no lo abandonaba ni siquiera una pequeña fracción de tiempo. Querían tocarlo y recibir su bendita bendición para poder sentirse puros y limpios de pecado.
Llegó la hora de mi partida y seguía observando anonadado cómo la gente arropaba a su Señor camino de las Tendillas. Marché hacia mi casa pero anunciando a los transeúntes que "aquel el que viene en nombre del Señor camina desde San Lorenzo a lomos de una borriquilla. ¡Corred y gritad que el Salvador está aquí! ¡Hoy es Domingo de Ramos!"
Entonces fue cuando un ruido atronador y agudo hizo desconcertarme: era el sonido de mi despertador. Me incorporé y vi que aún quedaba un mes pero todos sabemos que un mes no es nada y que cuando menos lo esperemos podremos ver al que viene de San Lorenzo bajo un cielo despejado.