A menudo se comenta que la juventud de las Hermandades son el futuro, el porvenir de la Corporación. De ella se dice que heredarán las riendas que un día guiarán el incesante desarrollo de la Hermandad. Pero permitirme que añada un visión más, y es que la juventud es un presente constante que nutre cada rincón de una Cofradía para que esta nunca frene su impulso regenerativo que se ha de dar para que una Hermandad se sienta viva.
De todos es sabido a que nos referimos cuando decimos que los jóvenes son el porvenir, pero pocos son capaces de contextualizar la juventud en el presente, y es esta la realidad en la que muchos cofrades que desde su inexperiencia comienzan a descubrir la inmensidad de un mundo bastante extenso por su riqueza cultural como es el cofrade. Yo soy uno de esos jóvenes que cuando comencé a descubrir todo lo que la palabra Hermandad supone, note en falta unas referencias o personas que en verdad supieran decirme cual es el sitio de la juventud en el momento presente. Así, tras varios años aprendiendo los entresijos de lo que andaba buscando y que aun prosigo, a mi corta edad - pues no dista mucho de mis queridos hermanos del grupo joven- he podido sacar en claro que el papel que un novel cofrade ha de tomar en su Hermandad es el propio camino del aprendizaje.
El joven cofrade ha de tener inquietudes, ha de poseer ese ímpetu que tantas veces desquicia a los miembros de mayor edad, pero que es una útil herramienta de aprendizaje, pues nos hará aprender de los errores que por él cometamos, y así desarrollemos una de las virtudes cardinales, la Prudencia.
Si, os hablo de las virtudes cardinales ( Justicia, Prudencia, Templanza y Fortaleza), pilares fundamentales para el hombre justo, que por no extenderme en demasía, no os expondré cuales son mi ideas al respecto. También de vital importancia son las virtudes teologales (Fe, Esperanza y Caridad) que como no puede ser de otra forma, ante todo el cofrade, es Cristiano y de su fe nace toda su cultura cofrade, sin ella no hay nada.
Para mi el papel de la juventud es claro, ha de participar de todo acto cultual y cultural que se de en la Corporación. El joven (aunque también el adulto) ha de tener la mente y sentidos abiertos a empaparse de todo lo que le rodea. Es la cultura de la sociedad ( Contexto Histórico, Religión, País, Ciudad, mundo cofrade...) lo que nos rodea, y antes de descartar de nuestro aprendizaje alguna de las facetas que se aglutinan en lo antes mencionado, bueno es conocer lo básico de cada una, para saber que dejamos atrás, ya que la razón es nuestra herramienta más útil. En la labor cotidiana de una Hermandad el joven no es una buena mano de obra como mucho piensan, aunque es bueno que el joven aprenda de labores como la priostía participando en montajes de pasos y cultos pero nunca con responsabilidad ni función fija. Su labor en la Hermandad es otra: el aprendizaje es el denominador común de todo lo que un joven hace en la corporación, pero además la juventud aporta salud a una Hermandad, alegría, fuerzas y, sobre todo, y lo que para mi es primordial, la convivencia, acto máxime en el desarrollo de la fraternidad que junto a nuestra Fe es lo que llamamos Hermandad.
Consciente de la densidad de mis palabras, os dejare unos consejos. Sed grandes observadores pues para mi es una cualidad importante para un buen cofrade pues con distintos puntos de vista y desde la contemplación, aprenderéis el más pequeño elemento de cada engranaje que compone el mecanismo que sustenta a las Hermandades. Os digo pues, vuestros conocimientos son siempre limitados, pero vuestro potencial de aprendizaje tan sólo tendrá un límite, el que vosotros os pongáis. Siguiendo el camino de nuestro Señor, actuando siempre con humildad y siendo pacientes vuestro desarrollo como cofrades será completo.