14 mayo 2009
Miércoles Santo..., por Andrea Fernández
El pasado 8 de abril hacía mi primera estación de penitencia acompañando en el cortejo penitencial de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia y María Santísima de la Paz y Esperanza. Por la mañana reunión de hermanos en el Convento para celebrar la misa de hermandad que nos prepararía para el gran momento, a aquello de las 7 de la tarde; en esa misa recuerdo las palabras de emoción del Hermano Mayor: “el año pasado lloraba por ver el cielo lleno de nubes y temiendo lo que era previsible, este año la emoción es por este sol que hoy reluce y que hará que nuestros reyes de Capuchinos reluzcan más que nunca”.
Ya por la tarde, preparada en mi casa todo eran nervios e ilusión por ser esa primera vez en la que vestía la túnica blanca y cordón franciscano; llegué a Las Doblas donde estábamos reunidos el grupo joven, el que este año estrenaba un impresionante banderín. Antes de la salida aún eran más los nervios que teníamos todos y esa sonrisa que nadie nos podía quitar al ver el sol que tanto brillaba.
Cuando llegamos al Convento nos colocamos en nuestros respectivos sitios para la salida que ya estaba al llegar; y así fue ya todos con nuestros atributos, escoltando al nuevo guión de juventud y deseándonos suerte por esa estación de penitencia que comenzaba. Y alrededor de las 18.50 dela tarde, por fin sonaban esos tres golpes que indicaban la salida en este año, esa salida tan esperada y que con tanta ilusión vivimos este año. Pero sin duda, el momento más emotivo para mí fue cuando vi llegar al Señor de Capuchinos, ya descubierta, sentí algo tan fuerte que me hará que este miércoles santo sea inolvidable; y tras de él su Madre, más bella que nunca y que tan solo con su cara iluminaba los corazones de aquellos que la miraban...esas sensaciones, esas emociones son las que ya espero al año que viene, para que sea tan especial y emocionante como este.