Del evangelio de San Mateo (27, 27-30)
Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía; lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo: "¡Salve, rey de los judíos!" Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza.
Meditación
Refinadísima tortura
la que padeció Cristo:
tortura y flagelación
y de la burla sangrante.
Los azotes terminan
en coronación de espinas.
¡Qué infamia de las soldados!
¡Qué escarnio de falso acatamiento!
La burla de las genuflexiones,
los golpes en la cabeza
y los salivazos en el rostro.
Al dolor moral se une el físico.
Refinadísima tortura
la que padeció Cristo:
tortura y flagelación
y de la burla sangrante.
Los azotes terminan
en coronación de espinas.
¡Qué infamia de las soldados!
¡Qué escarnio de falso acatamiento!
La burla de las genuflexiones,
los golpes en la cabeza
y los salivazos en el rostro.
Al dolor moral se une el físico.