05 abril 2009

VÍA CRUCIS DE JUAN PABLO II (II)

VIII Estación - JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRENEO A LLEVAR LA CRUZ

Del evangelio de San Mateo (27, 32)

Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que
llevara la cruz.


Fotografía: R. Montenegro (Sacada de la web de la Pasión)


MEDITACIÓN

Nadie quería ayudar a Jesús,
no hubo espontáneos.
El Cireneo es obligado por los soldados
a llevar la cruz
de un condenado a muerte.

Hay muchos "cireneos" forzosos,
que se compran o alquilan,
pero no lo hacen por compasión.

Ser "cireneo" es no rehuir la cruz del hermano,
es entender el Evangelio del sufrimiento,
es ser solidario del hombre humillado.
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IX Estación - JESÚS ENCUENTRA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN

Del evangelio de San Lucas (23, 27-28)

Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por Él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: "Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos".


Fotografía: Web de la Pasión

MEDITACIÓN

Lloraban las mujeres de Jerusalén
y Jesús reprendió sus lágrimas
con extrañas palabras de advertencia.
No hay que llorar con lamentos estériles,
que no alivian ningún dolor del mundo.

Todos somos invitados
a llorar con realismo
sobre nosotros mismos,
a no ser plañideros de los demás.

El llanto del cristiano
debe ser el arrepentimiento,
la justa penitencia, la conversión.
"Dichosos los que lloran,
porque serán consolados".
"Los que siembran entre lágrimas,
cosecharán entre cantares".
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X Estación - JESÚS ES CRUCIFICADO

Del evangelio de San Mateo (27, 33-38)

Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir "La Calavera"), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo.



Después de crucificarlo se repartieron su ropa echándola a suerte y luego se sentaron a custodiarlo.


Fotografia: J.Miguel Lubián

Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación: ÉSTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS. Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda.

MEDITACIÓN

Ha llegado la hora de la crucifixión;
Jesús es cosido a la cruz
y es alzado en alto.

Sus brazos extendidos
entre el cielo y la tierra
trazan el signo indeleble de la alianza.
El árbol seco de la cruz
se tiñe de la púrpura de la sangre divina.

Siempre es difícil entender la locura de la cruz,
necedad para el mundo
y salvación para el cristiano.
¡Dulce árbol donde la vida empieza
con un peso tan dulce en su corteza!
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XI Estación - JESÚS PROMETE SU REINO AL BUEN LADRÓN

Del evangelio de San Lucas (23, 39-40.43)

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba. Pero el otro lo increpaba: "¿Ni siquiera temes tú a Dios?" Y decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino". Jesús le respondió: "Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso".




MEDITACIÓN

Cristo es crucificado entre malhechores,
su última compañía son dos ladrones.
¡Aparente confusión del bien con el mal!
El viento del Calvario
cierne y zarandea las tres cruces.

Las palabras sinceras ante la muerte
siempre son solemnes,
y sobre todo la última petición:
"Acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino".

El buen ladrón descubrió al crucificado
desde su propia cruz.
Y Jesús sigue salvando:
"Hoy estarás conmigo en el paraíso".
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XII Estación - JESÚS CRUCIFICADO, LA MADRE Y EL DISCÍPULO

Del evangelio de San Juan (19, 26-27)

Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo". Luego dijo al discípulo: "Ahí tienes a tu madre". Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.


Fotografía: Juan Miguel Lubián

MEDITACIÓN

En la cumbre del Gólgota,
junto a la cruz de Jesús,
se recortan las siluetas
de la Madre y el discípulo.
Los retablos de nuestras iglesias
se coronan con estas mismas imágenes.

Todo es cima en la cruz.
Muda e inmóvil, junto al patíbulo,
está la Madre Dolorosa,
viendo morir al hijo abandonado.

Y desde entonces
se remedió la soledad de la Madre
y la orfandad de todos:
somos hijos regenerados,
hijos bien nacidos en el dolor.
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XIII Estación - JESÚS MUERE EN LA CRUZ

Del evangelio de San Mateo (27, 45-46.48.50-52)

Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde Jesús gritó: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"Uno de ellos fue corriendo; en seguida cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio de beber. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu. Entonces el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rajaron, las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron.


Fotografía:Daniel Cruz

MEDITACIÓN

Todo moribundo experimenta
la sombra de la angustia de la soledad,
el abandono total.
Pero ¿el Padre puede abandonar al Hijo?

El grito de Jesús es un grito misterioso,
de sufrimiento total,
de esperanza contra toda esperanza.

Los labios de Jesús
confiesan otro misterio:
la sed de su cuerpo es sed divina.

Y Jesús muere ante los que le miran
y ante los que se burlan de Él.
Reclinó la cabeza coronada de espinas.
Y ante el pasmo de cielo y tierra,
pende colgado y muerto
el cuerpo del Hijo de Dios.
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XIV Estación - JESÚS ES DEPOSITADO EN EL SEPULCRO

Del evangelio de San Lucas (27, 57-60)

Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Este acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó.


Fotografía:J.Miguel Lubián

MEDITACIÓN

Al final de la tragedia
hay este remate de ternura y dramatismo:
Jesús es sepultado
para que su cadáver
no quedara expuesto y entregado a la noche.

Jesús es desclavado
y descendido de la cruz.
La sábana conoce el último contacto
de la piel, ya sosegada, maltratada de Jesús.

El cuerpo de Cristo estrena sepulcro.
Todo se hace silencio.
El silencio de Dios.

Y por entre las grietas
de la piedra rodada sobre el sepulcro
sale el aroma del cuerpo ungido de Cristo,
el aroma de la inminente resurrección.

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